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La mayoría de los templos del fuego que aún se pueden contemplar en Irán, fueron identificados y “descubiertos” a lo largo del siglo XX. El pionero en el estudio de este tipo de monumentos fue el arqueólogo británico de origen austrohúngaro Sir Marc Aurel Stein (1862-1943), que aunque su labor principal se desarrolló en Asia Central, también realizó algunas exploraciones en Irán durante los años treinta.
En 1928 el arqueólogo y arquitecto francés André Godard (1881-1965) se trasladó a Persia tras sus exploraciones realizadas en Afganistán. Allí, Reza Shah le concedió el cargo de director del Servicio Arqueológico de Irán, función que desempeñó prácticamente hasta 1960, llegando a ser también director del Museo Nacional de Irán. Su labor se centró sobre todo en la conservación y la restauración de los monumentos de Irán, aunque también acometió importantes estudios de investigación sobre la arquitectura antigua persa. Una de sus principales aportaciones fue el estudio de la técnica constructiva de bóvedas y cúpulas. En su obra titulada L’art de l’Iran, aparecida a principios de los años sesenta, expone detalladamente sus conclusiones sobre la construcción de las cúpulas de los templos del fuego sasánidas, tomando como referencia el chahar taq de Neyasar, cercano a la ciudad de Kashan.