La civilización sasánida es una de las menos conocidas de la dilatada historia persa, aun siendo una de las más importantes de su historia. Se desarrolló en Irán durante la Antigüedad Tardía, entre los siglos III y VII d.C., un período comprendido entre los estertores de la Edad Antigua y los albores de la Edad Media.
La dinastía sasánida, que dio nombre a esta civilización, gobernó Persia desde 226 a 651 d.C. y constituyó un imperio que se extendió por todo Oriente Medio, desde el Mediterráneo hasta Asia Central, rebasando las fronteras del actual Irán. El advenimiento de esta dinastía fue consecuencia de la rebelión del príncipe persa Ardashir I contra el rey arsácida Artabán V, último regente del decadente imperio parto muy abierto a la cultura helenística. Esta reacción supuso el renacimiento de la antigua civilización aqueménida y la restauración del mazdeísmo o zoroastrismo que en época sasánida se convirtió en religión de estado, a semejanza de lo que ocurrió con el cristianismo en el Imperio Romano por las mismas fechas.